La Primera Guerra Mundial
Tomado de Ismael Contreras Plata. 2004. Breve historia del siglo XX, Un siglo de revoluciones, contrarrevoluciones y guerras (frías y calientes). México, DF. Edt. Casa Juan Pablo.
La Primera Guerra Mundial en realidad fue una lucha aguda por los mercados del planeta entre las potencias imperialistas o sea por el control económico del mundo. En la carrera por controlar los mercados y la economía mundial ninguna potencia quería quedarse atrás, esto hizo que desde antes de iniciar el siglo XX, Europa viviera, lo que se llamó una “paz” armada. Durante la década previa a la guerra, en las potencias se presentó un periodo de inusitado crecimiento económico, miles y miles de barcos navegaran todos los mares del mundo transportando desenfrenadamente grandes cantidades de mercancías. Por su parte, las comunicaciones se habían extendido a través de los continentes por medio del ferrocarril. Igualmente, por medio de la red de telégrafos y teléfonos se pudieron comunicar todos los continentes.
Estados Unidos parecía, a los ojos
de los europeos, una nación que no significaba gran peligro, ya que la competencia
por los mercados mundiales se establecía principalmente entre Gran Bretaña y
Alemania; sin embargo, en el imperio yanqui, apenas alcanzado el punto de saturación
de su mercado interno, apareció la sobreproducción, la exportación se elevó
significativamente haciendo a EUA el rival económico más peligroso de las
potencias europeas. La circulación mundial de mercancías empezó a enfrentar
serios obstáculos establecidos por las potencias imperialistas, poco a poco se
fue construyendo una inmensa maraña de barreras aduanales. La época del libre
comercio promovida por Inglaterra había quedado atrás.
Los grandes enfrentamientos entre
los países imperialistas, dieron lugar a la formación de un sistema de alianzas
internacionales durante los inicios del siglo XX. Dos fueron las alianzas
predominantes en el ámbito mundial: la triple entente, constituida por Francia,
Gran Bretaña y Rusia y la alianza de los imperios centrales de Alemania y
Austria. Una vez iniciado el conflicto se unieron a la triple entente Italia,
Bélgica, Portugal, Serbia, Grecia, Rumania y casi al finalizar Estados Unidos.
A los imperios centrales se les unió Turquía y Bulgaria. Además, desde los
inicios del siglo, la aparición de la burguesía exportadora del imperio
norteamericano hizo que los gobernantes yanquis empezaran a expresar un
manifiesto interés por los asuntos internacionales. Recordemos que, ya desde
finales del siglo XIX, Washington había intervenido en Cuba, durante la guerra
de independencia de ésta contra España, resultando la potencia triunfante que
desde entonces ejerció su dominación neocolonial sobre la isla del Caribe.
En síntesis, podemos afirmar que
los antecedentes inmediatos de la primera conflagración mundial fueron los
enfrentamientos de las principales potencias para controlar los mercados
internacionales, las rivalidades coloniales y el auge de los nacionalismos en
la región de los Balcanes, región que para 1914 semejaba un campo de dinamita,
que cualquier chispa lo haría estallar. Todos estos factores alteraron el
equilibrio de poderes establecido a nivel mundial, principalmente en Europa.
Como mencionamos líneas arriba, las potencias europeas vivían desde hacía
tiempo en la llamada “paz armada”. En efecto, los gastos militares y navales
fueron duplicados de 1900 a 1910 y los efectivos humanos militares, igualmente,
aumentaron.
COMIENZO
DE LA GUERRA
La chispa estalló en julio de 1914,
en Sarajevo, capital de Bosnia-Herzegovina, con motivo del asesinato, a manos
de un nacionalista serbio, del archiduque austriaco Francisco Fernando,
heredero a la corona imperial austrohúngara.
Al comienzo de la guerra las dos
coaliciones trataron de obtener una victoria rápida mediante grandes ofensivas.
El plan alemán intentaba derrotar rápidamente a los franceses para después
enfrenar a los rusos. Por su parte, los franceses intentaban un avance en
Lorena concentrando ahí toda su artillería. Pero los planes de ambos bandos
fracasaron y la guerra se transformó en una guerra de trincheras, donde
quedaron empantanados y murieron millones de soldados de ambos bandos. Lo que
se había planeado como una guerra de unos cuantos meses se convirtió en un
conflicto de años, de 1914 a 1918. La batalla más sangrienta se presenta en
Verdún, en la que el ejército alemán pretendía causar un elevado número de
bajas para desmoralizar al ejército francés. Sin embargo, los alemanes
encontraron una poderosa resistencia. Las pérdidas de los dos ejércitos fueron
enormes, más de 600 mil bajas en total en ambos bandos durante los meses que
duró la batalla.
Los llamados planes de guerra relámpago, para derrotar al enemigo
rápidamente fracasaron, lo que implicó que el concepto de guerra se
transformara. Por ejemplo, al inicio del conflicto los soldados partieron con
uniformes muy vistosos y coloridos (estos uniformes los podemos ver todavía en las ceremonias y desfiles
militares de las naciones europeas) lo que hacia que fueran blanco fácil para
el enemigo; poco tiempo después vemos a los soldados totalmente
metamorfoseados, con uniformes color verde olivo, con cascos en lugar de los
grandes gorros, con mascaras antigases y
cargando en la espalda una mochila con alimentos y otros instrumentos.
En el frente oriental, al inicio,
el imperio zarista obtuvo algunas victorias, pero posteriormente las potencias
centrales lograron ciertas ventajas,
aunque éstas no fueron decisivas.
La ciencia fue ampliamente utilizada para la
destrucción por lo que se canalizaron grandes sumas a la investigación bélica. En
efecto, durante la guerra aparecieron los gases venenosos y la metralleta fue
perfeccionada, entre otras armas. Se trataba de destruir en masa a los soldados
del bando contrario, por lo que, a partir de esta guerra ya no se daría más el
combate cuerpo a cuerpo. En el aspecto económico, el fracaso de la guerra relámpago
hizo que se empezaran a crear problemas en la retaguardia, ya que los
gobernantes no podían proporcionar todos los alimentos, armas y municiones que
los ejércitos demandaban. La industria militar existente hasta inicios de la
guerra pronto quedó rebasada; por lo que la misma adquirió un impulso nunca
antes visto. Atrajo la mayor parte de los recursos en materias primas y fuerza
de trabajo que la sociedad demandaba. Los gobiernos de las potencias
beligerantes de repente se quedaron sin poder hacer frente a los enormes gastos
de la guerra; además, debido a que cientos de miles de hombres en edad
productiva se encontraban en el campo de batalla, la mano de obra joven cada
día se hacía más escasa, por lo que se recurrió al trabajo obligatorio; se
empleó a los ciudadanos de las colonias y los prisioneros de guerra para
mantener la producción y como esto no era suficiente se convocó a la fuerza de
trabajo femenina.
Por si estos problemas no fueran
pocos, el reclutamiento de campesinos para sustituir a los soldados en el
frente produjo que los campos de cultivo fuesen abandonados, o en su defecto
quedaran al cuidado de las mujeres, los ancianos y niños, lo que originó un
descenso en la producción agrícola; los alimentos empezaron a escasear en las
ciudades. Como la industria estaba orientada a la producción de artículos
bélicos, no había mercancías para el consumo de la población y ésta empezó a
sufrir los efectos de la guerra. Esto hizo que los gobernantes se vieran obligados
a tomar el control de toda la vida económica de los países. Racionaron los
alimentos, así como los artículos industriales para consumo de la población
civil. Esta situación obligo a los gobiernos a regular el comercio interior y
exterior.
El año de 1917 fue el más crítico
de la guerra. Ni Alemania, ni Francia, ni Inglaterra o Rusia, podían obtener la
victoria, los soldados estaban agotados y con la moral quebrantada. Aspecto que
valoraron adecuadamente la burguesía y el gobierno de EUA para intervenir en el
conflicto, además, en Rusia estalló la revolución, que produjo el hundimiento
del frente oriental.
Lo anterior permitió que los
alemanes concentraran sus fuerzas en el frente Oeste y así lanzaran una serie
de ofensivas sobre Aisne, el saliente de Ypres, Marne y finalmente dirigida a
la Champaña. Al principio, los alemanes avanzaron en cada una de estas
regiones, la más sobresaliente fue la ofensiva sobre Marne, donde llegaron a
penetrar hasta 55 kilómetros en tres días. Sin embargo, los aliados, para ese
entonces con el apoyo de Washington contraatacaron y terminaron derrotando
todas las ofensivas alemanas. Casi al mismo tiempo, los austriacos fueron
derrotados por los italianos, lo que provocó la debacle de las potencias
centrales, mismas que se rindieron en noviembre de 1918.
Pese a todas estas batallas,
podemos afirmar que el final de la guerra no se produjo debido a una victoria
militar, sino a que en la retaguardia de los imperios beligerantes se presentó
una gran cantidad de contradicciones, todas ellas generadas por las dificultades
económicas, y debido a que, en aras de la seguridad nacional, en todos los
países se suprimieron las libertades democráticas y los derechos individuales.
Todos los derechos políticos fueron anulados, los parlamentos perdieron sus
funciones. En síntesis, se impuso un estado de sitio. Los millones de muertes que provocó la guerra, la crisis
económica y la supresión de los derechos de la población ocasionaron una ola de
inconformidades en las ciudades y en el medio rural, así se generó un
movimiento pacifista cada vez mayor. Conforme avanza la guerra el pacifismo,
promovido por sectores socialistas es cada día más aceptado en las zonas
industrializadas y entre los soldados que se encontraban en el frente de
batalla, a lo que se suman algunos grupos burgueses. Los movimientos en contra
de la situación que se vive al interior de los países hicieron que estallaran
numerosas huelgas, que culminan en levantamientos políticos y en movimientos revolucionarios;
la Revolución Rusa, junto con la sublevación de los marineros y trabajadores
que se desarrolla en la base naval de Kiel, en Alemania y que se extiende por
todo el país, ilustran claramente los cambios políticos que se estaban
presentando en Europa para octubre de 1918. Por esto podemos afirmar que los
sectores burgueses belicistas pusieron fin al conflicto armado por temor a que
se generalizara el ejemplo de la Revolución rusa. Incluso el imperio alemán se
derrumbó en medio de un clima abiertamente revolucionario.
En 1919, la Conferencia de Paz
reunida en Versalles, obliga a Alemania a firmar un tratado, donde se le impone
a los alemanes, entre otras condiciones: la reducción de sus fronteras en
beneficio de Francia, Bélgica, Polonia y Lituania; que renuncie a sus colonias
y la reducción y control del ejército alemán por parte las potencias
vencedoras. Posteriormente, en septiembre de ese año Austria también firma un
tratado de paz, por medio del cual se le obliga limitar a su ejército, además
de que tiene que reconocer la independencia de Checoslovaquia, Polonia,
Yugoslavia y Hungría.
La primera guerra
mundial puso de rodillas al capitalismo. La guerra desarticuló al comercio
internacional; llevó a la bancarrota a Inglaterra, hasta entonces la principal
potencia mundial; condujo a una inflación sin precedentes; ocasionó la
intervención gubernamental en la industria, y el comercio. El control
gubernamental en la vida económica llegó a extremos de establecer
racionamientos en la distribución de la comida y controlar las importaciones y
exportaciones.
Además, los gobiernos
europeos contrajeron enormes deudas con Estados Unidos, de manera que este país
se convirtió, al final de la guerra, en el mayor acreedor del mundo al que los
gobiernos europeos debían casi 2,000 millones de libras. El servicio de las
deudas de guerra se convirtió en uno de los problemas más espinosos en la
década siguiente y contribuyó, finalmente a regresar al proteccionismo.
La primera guerra
mundial aceleró profundos cambios tecnológicos, en particular en lo que
respecta al automóvil, la aviación, el telégrafo, el teléfono, productos
químicos y fibras sintéticas.
Al final de la
guerra se establecieron relaciones comerciales nuevas, en donde las potencias
europeas pasaron a segundo término. Europa seguía siendo uno de los centros
industriales más grandes del mundo, pero ya no era el foco principal de la
producción industrial.
Si bien es cierto
que durante las dos décadas siguientes tuvo lugar una recuperación económica, ésta
jamás pudo alcanzar de nuevo los índices del poderío capitalista de antes de
1914. En el aspecto social, el equilibrio de la población fue drásticamente
alterado. Durante la guerra, millones de jóvenes murieron y por consiguiente el
índice de nacimientos decayó considerablemente. Las mujeres que habían
desempeñado un papel fundamental en la retaguardia, manteniendo la producción
de armamentos y el avituallamiento, con su trabajo en las fábricas ingresaron
al mercado laboral como mano de obra, en una proporción antes desconocida. Se
percataron de lo importante que era tener una independencia económica y de que
con sus salarios podían gozar de una mayor independencia en todos los ámbitos
de la vida social, lo que constituyó una razón de peso para acceder, después de
la guerra, a una lucha por sus demandas a favor de la igualdad de géneros, por
la liberación femenina. Poco a poco con su lucha, las mujeres fueron
consiguiendo algunas de sus demandas en casi todos los países del mundo,
principalmente lograron en casi todos los países del mundo el derecho al voto.
Así, el acceso de las mujeres a una posición de mayores derechos políticos y
sociales fue, sin duda, uno de los cambios más trascendentes realizados después
de la Primera Guerra Mundial que pasó inadvertido para muchos sectores, pues no
fueron aquilatados en su justa dimensión, pero que fue una constante del siglo
XX. Los efectos más importantes de la guerra fueron, sin embargo, los
políticos, entre los cuales destacaron los siguientes:
Se derrumbaron cuatro imperios: el
de Rusia, el de Alemania, el de Austria-Hungría y el Turco-Otomano. En su lugar
surgieron muchos pequeños Estados nacionales: Checoslovaquia, Polonia, Hungría,
Austria, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Irak, Transjordania, sólo por
mencionar algunos.
Dos potencias
industriales fueron debilitadas gravemente: Francia y Gran Bretaña.
Principalmente esta última que nunca más volvería a recuperar su papel
hegemónico que tenía antes de la guerra. Estados Unidos se convirtió en el país
más poderoso y rico del mundo. El poder financiero se mudó de Lombard Street (Londres,
Inglaterra) a Wall Street (Nueva York, Estados Unidos). Durante la guerra las
exportaciones de Estados Unidos aumentaron sin cesar y con gran rapidez, al
inició del conflicto bélico, las exportaciones de este país estaban basadas
principalmente en productos agrícolas y materias primas, hecho que en pocos
años cambió radicalmente; para finales de la guerra las exportaciones eran
prioritariamente de artículos manufacturados; por lo que para 1920 Estados
Unidos se había convertido en la principal nación industrial del mundo.
Otro país que
logró grandes ventajas de la guerra fue Japón, en esta nación el capitalismo se
fortaleció. La influencia de la guerra permitió, la gran expansión de la
industria eléctrica y de las industrias pesada y química. En los cuatro años
que duró la guerra, Japón aumentó considerablemente sus exportaciones, las
cuales pasaron en 1913 de 800 millones de yenes a 3 mil millones de yenes a
finales del conflicto. La consolidación del capitalismo en este periodo
permitió que Japón se transformara definitivamente en el imperio económico del
este asiático y en un fuerte competidor del imperio norteamericano y del europeo;
por ejemplo, para 1919, había desplazado los productos textiles ingleses de los
mercados hindú y chino.
Sin lugar a dudas,
el hecho más trascendente al final de la primera guerra mundial fue el derrumbe
del imperio zarista ruso en 1917 por los bolcheviques y el establecimiento por
primera vez en el mundo de una República de los trabajadores encabezada por el
Partido Bolchevique. A partir de este momento el siglo estaría marcado, en gran
medida, por la división del capitalismo y el socialismo.
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