domingo, 28 de febrero de 2021

 

                                         La Primera Guerra Mundial                                                                                                                         

Tomado de Ismael Contreras Plata. 2004. Breve historia del siglo XX, Un siglo de revoluciones, contrarrevoluciones y guerras (frías y calientes).  México, DF. Edt. Casa Juan Pablo. 






La Primera Guerra Mundial en realidad fue una lucha aguda por los mercados del planeta entre las potencias imperialistas o sea por el control económico del mundo. En la carrera por controlar los mercados y la economía mundial ninguna potencia quería quedarse atrás, esto hizo que desde antes de iniciar el siglo XX, Europa viviera, lo que se llamó una “paz” armada. Durante la década previa a la guerra, en las potencias se presentó un periodo de inusitado crecimiento económico, miles y miles de barcos navegaran todos los mares del mundo transportando desenfrenadamente grandes cantidades de mercancías. Por su parte, las comunicaciones se habían extendido a través de los continentes por medio del ferrocarril. Igualmente, por medio de la red de telégrafos y teléfonos se pudieron comunicar todos los continentes.

Estados Unidos parecía, a los ojos de los europeos, una nación que no significaba gran peligro, ya que la competencia por los mercados mundiales se establecía principalmente entre Gran Bretaña y Alemania; sin embargo, en el imperio yanqui, apenas alcanzado el punto de saturación de su mercado interno, apareció la sobreproducción, la exportación se elevó significativamente haciendo a EUA el rival económico más peligroso de las potencias europeas. La circulación mundial de mercancías empezó a enfrentar serios obstáculos establecidos por las potencias imperialistas, poco a poco se fue construyendo una inmensa maraña de barreras aduanales. La época del libre comercio promovida por Inglaterra había quedado atrás.

Los grandes enfrentamientos entre los países imperialistas, dieron lugar a la formación de un sistema de alianzas internacionales durante los inicios del siglo XX. Dos fueron las alianzas predominantes en el ámbito mundial: la triple entente, constituida por Francia, Gran Bretaña y Rusia y la alianza de los imperios centrales de Alemania y Austria. Una vez iniciado el conflicto se unieron a la triple entente Italia, Bélgica, Portugal, Serbia, Grecia, Rumania y casi al finalizar Estados Unidos. A los imperios centrales se les unió Turquía y Bulgaria. Además, desde los inicios del siglo, la aparición de la burguesía exportadora del imperio norteamericano hizo que los gobernantes yanquis empezaran a expresar un manifiesto interés por los asuntos internacionales. Recordemos que, ya desde finales del siglo XIX, Washington había intervenido en Cuba, durante la guerra de independencia de ésta contra España, resultando la potencia triunfante que desde entonces ejerció su dominación neocolonial sobre la isla del Caribe.

En síntesis, podemos afirmar que los antecedentes inmediatos de la primera conflagración mundial fueron los enfrentamientos de las principales potencias para controlar los mercados internacionales, las rivalidades coloniales y el auge de los nacionalismos en la región de los Balcanes, región que para 1914 semejaba un campo de dinamita, que cualquier chispa lo haría estallar. Todos estos factores alteraron el equilibrio de poderes establecido a nivel mundial, principalmente en Europa. Como mencionamos líneas arriba, las potencias europeas vivían desde hacía tiempo en la llamada “paz armada”. En efecto, los gastos militares y navales fueron duplicados de 1900 a 1910 y los efectivos humanos militares, igualmente, aumentaron.

                                                                                                                                                                                                 COMIENZO DE LA GUERRA 

La chispa estalló en julio de 1914, en Sarajevo, capital de Bosnia-Herzegovina, con motivo del asesinato, a manos de un nacionalista serbio, del archiduque austriaco Francisco Fernando, heredero a la corona imperial austrohúngara.

Al comienzo de la guerra las dos coaliciones trataron de obtener una victoria rápida mediante grandes ofensivas. El plan alemán intentaba derrotar rápidamente a los franceses para después enfrenar a los rusos. Por su parte, los franceses intentaban un avance en Lorena concentrando ahí toda su artillería. Pero los planes de ambos bandos fracasaron y la guerra se transformó en una guerra de trincheras, donde quedaron empantanados y murieron millones de soldados de ambos bandos. Lo que se había planeado como una guerra de unos cuantos meses se convirtió en un conflicto de años, de 1914 a 1918. La batalla más sangrienta se presenta en Verdún, en la que el ejército alemán pretendía causar un elevado número de bajas para desmoralizar al ejército francés. Sin embargo, los alemanes encontraron una poderosa resistencia. Las pérdidas de los dos ejércitos fueron enormes, más de 600 mil bajas en total en ambos bandos durante los meses que duró la batalla.

 Los llamados planes de guerra relámpago, para derrotar al enemigo rápidamente fracasaron, lo que implicó que el concepto de guerra se transformara. Por ejemplo, al inicio del conflicto los soldados partieron con uniformes muy vistosos y coloridos (estos uniformes los podemos ver  todavía en las ceremonias y desfiles militares de las naciones europeas) lo que hacia que fueran blanco fácil para el enemigo; poco tiempo después vemos a los soldados totalmente metamorfoseados, con uniformes color verde olivo, con cascos en lugar de los grandes gorros,  con mascaras antigases y cargando en la espalda una mochila con alimentos y otros instrumentos.

En el frente oriental, al inicio, el imperio zarista obtuvo algunas victorias, pero posteriormente las potencias centrales lograron   ciertas ventajas, aunque éstas no fueron decisivas.  

 La ciencia fue ampliamente utilizada para la destrucción por lo que se canalizaron grandes sumas a la investigación bélica. En efecto, durante la guerra aparecieron los gases venenosos y la metralleta fue perfeccionada, entre otras armas. Se trataba de destruir en masa a los soldados del bando contrario, por lo que, a partir de esta guerra ya no se daría más el combate cuerpo a cuerpo. En el aspecto económico, el fracaso de la guerra relámpago hizo que se empezaran a crear problemas en la retaguardia, ya que los gobernantes no podían proporcionar todos los alimentos, armas y municiones que los ejércitos demandaban. La industria militar existente hasta inicios de la guerra pronto quedó rebasada; por lo que la misma adquirió un impulso nunca antes visto. Atrajo la mayor parte de los recursos en materias primas y fuerza de trabajo que la sociedad demandaba. Los gobiernos de las potencias beligerantes de repente se quedaron sin poder hacer frente a los enormes gastos de la guerra; además, debido a que cientos de miles de hombres en edad productiva se encontraban en el campo de batalla, la mano de obra joven cada día se hacía más escasa, por lo que se recurrió al trabajo obligatorio; se empleó a los ciudadanos de las colonias y los prisioneros de guerra para mantener la producción y como esto no era suficiente se convocó a la fuerza de trabajo femenina.

Por si estos problemas no fueran pocos, el reclutamiento de campesinos para sustituir a los soldados en el frente produjo que los campos de cultivo fuesen abandonados, o en su defecto quedaran al cuidado de las mujeres, los ancianos y niños, lo que originó un descenso en la producción agrícola; los alimentos empezaron a escasear en las ciudades. Como la industria estaba orientada a la producción de artículos bélicos, no había mercancías para el consumo de la población y ésta empezó a sufrir los efectos de la guerra. Esto hizo que los gobernantes se vieran obligados a tomar el control de toda la vida económica de los países. Racionaron los alimentos, así como los artículos industriales para consumo de la población civil. Esta situación obligo a los gobiernos a regular el comercio interior y exterior. 

El año de 1917 fue el más crítico de la guerra. Ni Alemania, ni Francia, ni Inglaterra o Rusia, podían obtener la victoria, los soldados estaban agotados y con la moral quebrantada. Aspecto que valoraron adecuadamente la burguesía y el gobierno de EUA para intervenir en el conflicto, además, en Rusia estalló la revolución, que produjo el hundimiento del frente oriental.

Lo anterior permitió que los alemanes concentraran sus fuerzas en el frente Oeste y así lanzaran una serie de ofensivas sobre Aisne, el saliente de Ypres, Marne y finalmente dirigida a la Champaña. Al principio, los alemanes avanzaron en cada una de estas regiones, la más sobresaliente fue la ofensiva sobre Marne, donde llegaron a penetrar hasta 55 kilómetros en tres días. Sin embargo, los aliados, para ese entonces con el apoyo de Washington contraatacaron y terminaron derrotando todas las ofensivas alemanas. Casi al mismo tiempo, los austriacos fueron derrotados por los italianos, lo que provocó la debacle de las potencias centrales, mismas que se rindieron en noviembre de 1918.

Pese a todas estas batallas, podemos afirmar que el final de la guerra no se produjo debido a una victoria militar, sino a que en la retaguardia de los imperios beligerantes se presentó una gran cantidad de contradicciones, todas ellas generadas por las dificultades económicas, y debido a que, en aras de la seguridad nacional, en todos los países se suprimieron las libertades democráticas y los derechos individuales. Todos los derechos políticos fueron anulados, los parlamentos perdieron sus funciones. En síntesis, se impuso un estado de sitio. Los millones de muertes que provocó la guerra, la crisis económica y la supresión de los derechos de la población ocasionaron una ola de inconformidades en las ciudades y en el medio rural, así se generó un movimiento pacifista cada vez mayor. Conforme avanza la guerra el pacifismo, promovido por sectores socialistas es cada día más aceptado en las zonas industrializadas y entre los soldados que se encontraban en el frente de batalla, a lo que se suman algunos grupos burgueses. Los movimientos en contra de la situación que se vive al interior de los países hicieron que estallaran numerosas huelgas, que culminan en levantamientos políticos y en movimientos revolucionarios; la Revolución Rusa, junto con la sublevación de los marineros y trabajadores que se desarrolla en la base naval de Kiel, en Alemania y que se extiende por todo el país, ilustran claramente los cambios políticos que se estaban presentando en Europa para octubre de 1918. Por esto podemos afirmar que los sectores burgueses belicistas pusieron fin al conflicto armado por temor a que se generalizara el ejemplo de la Revolución rusa. Incluso el imperio alemán se derrumbó en medio de un clima abiertamente revolucionario.

En 1919, la Conferencia de Paz reunida en Versalles, obliga a Alemania a firmar un tratado, donde se le impone a los alemanes, entre otras condiciones: la reducción de sus fronteras en beneficio de Francia, Bélgica, Polonia y Lituania; que renuncie a sus colonias y la reducción y control del ejército alemán por parte las potencias vencedoras. Posteriormente, en septiembre de ese año Austria también firma un tratado de paz, por medio del cual se le obliga limitar a su ejército, además de que tiene que reconocer la independencia de Checoslovaquia, Polonia, Yugoslavia y Hungría.

La primera guerra mundial puso de rodillas al capitalismo. La guerra desarticuló al comercio internacional; llevó a la bancarrota a Inglaterra, hasta entonces la principal potencia mundial; condujo a una inflación sin precedentes; ocasionó la intervención gubernamental en la industria, y el comercio. El control gubernamental en la vida económica llegó a extremos de establecer racionamientos en la distribución de la comida y controlar las importaciones y exportaciones.

Además, los gobiernos europeos contrajeron enormes deudas con Estados Unidos, de manera que este país se convirtió, al final de la guerra, en el mayor acreedor del mundo al que los gobiernos europeos debían casi 2,000 millones de libras. El servicio de las deudas de guerra se convirtió en uno de los problemas más espinosos en la década siguiente y contribuyó, finalmente a regresar al proteccionismo.

La primera guerra mundial aceleró profundos cambios tecnológicos, en particular en lo que respecta al automóvil, la aviación, el telégrafo, el teléfono, productos químicos y fibras sintéticas.

Al final de la guerra se establecieron relaciones comerciales nuevas, en donde las potencias europeas pasaron a segundo término. Europa seguía siendo uno de los centros industriales más grandes del mundo, pero ya no era el foco principal de la producción industrial.

Si bien es cierto que durante las dos décadas siguientes tuvo lugar una recuperación económica, ésta jamás pudo alcanzar de nuevo los índices del poderío capitalista de antes de 1914. En el aspecto social, el equilibrio de la población fue drásticamente alterado. Durante la guerra, millones de jóvenes murieron y por consiguiente el índice de nacimientos decayó considerablemente. Las mujeres que habían desempeñado un papel fundamental en la retaguardia, manteniendo la producción de armamentos y el avituallamiento, con su trabajo en las fábricas ingresaron al mercado laboral como mano de obra, en una proporción antes desconocida. Se percataron de lo importante que era tener una independencia económica y de que con sus salarios podían gozar de una mayor independencia en todos los ámbitos de la vida social, lo que constituyó una razón de peso para acceder, después de la guerra, a una lucha por sus demandas a favor de la igualdad de géneros, por la liberación femenina. Poco a poco con su lucha, las mujeres fueron consiguiendo algunas de sus demandas en casi todos los países del mundo, principalmente lograron en casi todos los países del mundo el derecho al voto. Así, el acceso de las mujeres a una posición de mayores derechos políticos y sociales fue, sin duda, uno de los cambios más trascendentes realizados después de la Primera Guerra Mundial que pasó inadvertido para muchos sectores, pues no fueron aquilatados en su justa dimensión, pero que fue una constante del siglo XX. Los efectos más importantes de la guerra fueron, sin embargo, los políticos, entre los cuales destacaron los siguientes:

Se derrumbaron cuatro imperios: el de Rusia, el de Alemania, el de Austria-Hungría y el Turco-Otomano. En su lugar surgieron muchos pequeños Estados nacionales: Checoslovaquia, Polonia, Hungría, Austria, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Irak, Transjordania, sólo por mencionar algunos.

Dos potencias industriales fueron debilitadas gravemente: Francia y Gran Bretaña. Principalmente esta última que nunca más volvería a recuperar su papel hegemónico que tenía antes de la guerra. Estados Unidos se convirtió en el país más poderoso y rico del mundo. El poder financiero se mudó de Lombard Street (Londres, Inglaterra) a Wall Street (Nueva York, Estados Unidos). Durante la guerra las exportaciones de Estados Unidos aumentaron sin cesar y con gran rapidez, al inició del conflicto bélico, las exportaciones de este país estaban basadas principalmente en productos agrícolas y materias primas, hecho que en pocos años cambió radicalmente; para finales de la guerra las exportaciones eran prioritariamente de artículos manufacturados; por lo que para 1920 Estados Unidos se había convertido en la principal nación industrial del mundo.

Otro país que logró grandes ventajas de la guerra fue Japón, en esta nación el capitalismo se fortaleció. La influencia de la guerra permitió, la gran expansión de la industria eléctrica y de las industrias pesada y química. En los cuatro años que duró la guerra, Japón aumentó considerablemente sus exportaciones, las cuales pasaron en 1913 de 800 millones de yenes a 3 mil millones de yenes a finales del conflicto. La consolidación del capitalismo en este periodo permitió que Japón se transformara definitivamente en el imperio económico del este asiático y en un fuerte competidor del imperio norteamericano y del europeo; por ejemplo, para 1919, había desplazado los productos textiles ingleses de los mercados hindú y chino.

Sin lugar a dudas, el hecho más trascendente al final de la primera guerra mundial fue el derrumbe del imperio zarista ruso en 1917 por los bolcheviques y el establecimiento por primera vez en el mundo de una República de los trabajadores encabezada por el Partido Bolchevique. A partir de este momento el siglo estaría marcado, en gran medida, por la división del capitalismo y el socialismo.

 

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